lunes, 5 de noviembre de 2012

Mateo XXV, 30



El primer puente de Constitución y a mis pies
Fragor de trenes que tejían laberintos de hierro.
Humo y silbatos escalaban la noche,
Que de golpe fue el juicio Universal. Desde el invisible horizonte
Y desde el centro de mi ser, una voz infinita
Dijo estas cosas (estas cosas, no estas palabras,
Que son mi pobre traducción temporal de una sola palabra):
—Estrellas, pan, bibliotecas orientales y occidentales,
Naipes, tableros de ajedrez, galerías, claraboyas y sótanos,
Un cuerpo humano para andar por la tierra,
Uñas que crecen en la noche, en la muerte,
Sombra que olvida, atareados espejos que multiplican,
Declives de la música, la más dócil de las formas del tiempo,
Fronteras del Brasil y del Uruguay, caballos y mañanas,
Una pesa de bronce y un ejemplar de la Saga de Grettir,
Álgebra y fuego, la carga de Junín en tu sangre,
Días más populosos que Balzac, el olor de la madreselva,
Amor y víspera de amor y recuerdos intolerables,
El sueño como un tesoro enterrado, el dadivoso azar
Y la memoria, que el hombre no mira sin vértigo,
Todo eso te fue dado, y también
El antiguo alimento de los héroes:
La falsía, la derrota, la humillación.
En vano te hemos prodigado el océano,
En vano el sol, que vieron los maravillados ojos de Whitman;
Has gastado los años y te han gastado,
Y todavía no has escrito el poema.




sábado, 18 de agosto de 2012

La lluvia (Capítulo XVI)





Llovió cuatro años, once meses y dos días. Hubo épocas de llovizna en que todo el mundo se puso sus ropas de pontifical y se compuso una cara  de convaleciente para celebrar la escampada, pero pronto se acostumbraron a interpretar las pausas como anuncios de recrudecimiento. Se desempedraba el cielo en unas tempestades de estropicio, y el norte mandaba unos huracanes que desportillaron techos y derribaron paredes, y desenterraron de raíz las últimas cepas de las plantaciones. Como ocurrió durante la peste del insomnio, que Úrsula se dio a recordar por aquellos días, la propia calamidad iba inspirando defensas contra el tedio. Aureliano Segundo fue uno de los que más hicieron para no dejarse vencer por la ociosidad. Había ido a la casa por algún asunto casual la noche en que el señor Brown convocó la tormenta, y Fernanda traté de auxiliarlo con un paraguas medio desvarillado que encontré en un armario. “No hace falta –dijo él-. Me quedo aquí hasta que escampe.” No era, por supuesto, un compromiso ineludible, pero estuvo a punto de cumplirlo al pie de la letra…




sábado, 21 de julio de 2012

Carnaval de Brasil





La musa es una sola musa
o es una serpiente de muchas cabezas
los buscadores de promesas
la tientan con cerveza
si se va puede volver
el día menos pensado
para darle su consuelo
al poeta mal hablado.

No son mujeres ausentes
no son cuchillos en los dientes
no son martes de carnaval de Brasil
las musas
no son canciones urgentes
no son asuntos pendientes
no son martes de carnaval de Brasil
(tristeza nao tein fin)

Habrá que desenvainar
las espadas del texto
y escribir una canción
aunque no haya algún pretexto
y dedicársela al primero
que pase caminando
al que se quedó pensando
al que no quiere pensar
al olvido selectivo
a la memoria perdida
a los de los pedazos de vida
que no vamos a perder… jamás!

No son mujeres ausentes
no son cuchillos en los dientes
no son martes de carnaval de Brasil
las musas
no son canciones urgentes
no son asuntos pendientes
no son martes de carnaval de Brasil...


viernes, 18 de mayo de 2012

A las Anas




cuántos besos han pasado con el viento
cuántos sueños se han ido con la canela
como he podido,
ese dolor de mujer,
como he soportado quemarme los labios
cuántos corazones destrozados
cuántos sueños hechos polvo
cómo he podido
soñarte sin haberte probado
sin haberte amado
cómo he podido quererte
antes de conocerte
cuántos años se han pasado
de frente y sin alarma
cuántas botellas de vino se han ido
cuántas rosas tiré a las mujeres de una noche
a las almas sin nombre
a los nombre sin alma
a las Anas
cuántas caricias fingidas
cuántos sueños perdidos 



jueves, 1 de marzo de 2012

El sacrificio de ser el número uno




Era una típica tarde de Febrero, ventosa y con nubes, no como aquella candente mañana de Febrero en la que Beatriz Viterbo falleció según contara Jorge Luis Borges en el Aleph.
En cada Febrero en que llegaban esa clase de días, tenia siempre ese pensamiento y ese disentimiento con que Febrero fuera candente.
Esta vez lo pensó mientras bajaba por la barranca de la Plaza San Martín, aquel lugar donde el General creo su inmortal cuerpo de Granaderos, pero claro, al bajar definitivamente la barranca, se encontraría con el innumerable arsenal de autos que atraviesan la Avenida del General y tenia que pensar en volver a su casa.
Cuando llego a la sucia parada, se encontró con una imagen habitual, atestada de gente y larguísima; y ese día, quien sabe porque, bueno, él si lo sabia, estaba mas cansado que nunca.
Se paro detrás de la larguísima fila y espero a que viniera el micro que lo llevaría una vez mas, fumo, pensó, se alegró, se inundó de trizteza, propia y ajena, pero por sobre todo, esperó.
Cuando vino el micro la larga fila empezó a marchar rumbo a su entrada, él pudo subir, pero no subió, esperó, mas allá de su cansancio inusitado; esperó porque no quería viajar parado, para poder viajar sentado había que hacer el esfuerzo de esperar.
En el termino de cuarenta minutos, pasaron otros dos micros y siguió esperando; veinte minutos después, vino otro, y ahí sí!!!! podía viajar sentado, pero siguió esperando.
El cuarto micro llegó exactamente dos horas y veinticuatro minutos después de haber pensado en esa horrible tarde de Febrero. Cuando finalmente pudo subir, fue el primero.- 



viernes, 6 de enero de 2012

Tercetos encadenados

Clarito pa que me entiendan:
si te dan gato por liebre
no compres lo que te vendan.

Que no te suban la fiebre
ni los becerros de oro
ni los niños del pesebre.

Con la zurda embiste el toro,
la culpa no es del judío
ni del negro ni del moro.

El PIB no es un monte pío,
pero que sepa la banca
que lo suyo es tuyo y mío.

Porque el futuro se estanca
cuando ronca el pensamiento
y el más acá se apalanca.

Lo digo como lo siento,
la vida es más complicada
que navegar contra el viento.

Trasnocha la madrugada,
quien no se atreve no moja,
casi todo es casi nada.

La caída de la hoja
despoja de lumbre y nido
al novio de la Pantoja.

Memoria de lo perdido,
tercetos encadenados
a la noria del olvido.